miércoles, 6 de marzo de 2013

Digo y hago, hago y digo


Segundo a segundo alguien se somete, alguien dice sí cuando debe decir sí, alguien se equivoca, alguien pierde el tiempo.
Para allanar un terreno se suele usar una apisonadora, y para fumigar un campo una fumigadora... así parecen ser las cosas.
Siempre has estado ahí, siendo testigo de la resignada lejanía que hay entre las palabras y el mundo que éstas evocan. ¿Para cuándo la literalidad? De nuevo murió la metafora y ahora la palabra comulga con la carne. Cuando digo digo y dónde digo Diego digo digo.

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