jueves, 14 de marzo de 2013

Ficción: recuerdo de recuerdo de recuerdo de recuerdo


Acabó siendo casi todo lo que había deseado en algún instante. Los olvidos no existieron jamás, siempre supo que él no tenía memoria porque ÉL era memoria.
Buscaba la euforia, el reconocimiento de los muertos que le habían merodeado durante los dos últimos años, y la perspectiva del universo.

No había reconciliación, la disputa era entre demasiados magos, recordaba por Valery aquel cuento que en mi boca amamantaba serpientes, queridos oyentes extásicos, el zorro acabó devorando a la gallina habiendo sido en sus orígenes un anillo en dedo de princesa. El microbio fue inconcebible aunque también las formas eran ilimitadas. Todas las formas en una conjura.

Ahora, a solas, lamento los ratos en los que he sido roca y amante muerto. Los azotes...
¡Qué mi vida sea! ¡Qué mi vida despierte besos! ¡Qué mi vida muerte sea!
Abramos los cordiales intestinos.

El sexo se inició consciente de su fin, necesitaba caer en abismos, desmelenar el jinete, un acto de succión, un vértigo... Estábamos ambos pendientes. Deseaba que tocaras mi inmenso cuerpo confundiéndolo poco a poco con un mar indivisible, con un amalgama salina, un Todo Extásico. Cumbre tras cumbre... Mi disposición era torpe y escondía mi cuerpo pieles jamás tocadas. Pieles jamás tocadas. Nunca se crece ni se dirige uno hacia algo que no se acabe. Finalizar como constancia. Finalizar canciones, gemelos, y matrimonio. Finalizar palabras, rostros y pantalones. Finalizar con estrépito o en silencio.
Finaliza si no impulsa por el tallo... a Dylan con Visor.

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