jueves, 27 de septiembre de 2018

Sin retorno



Acudes a los espacios que te vieron crecer, ya con 80 años y sin haber tenido la oportunidad de ser, sin haber podido, y descubres, atónito, que esos espacios están intactos, que no se han reformado los edificios, ni se han sacrificado los parques, incluso las personas son las mismas, con la misma edad de antaño, el matrimonio sin hijos del cuarto, la viuda del tercero, el tendero rechoncho, el loco del barrio...  Tu madre y tu padre también están allí, ella desplaza un carrito con un bebe dentro, él fuma mientras camina, son jóvenes y hermosos. Cruzan ante tus ojos, los observas con atención, sus rostros son asimétricos, percibes que las bocas no son las suyas, ni tampoco las orejas. De hecho parece que esas caras están constantemente cambiando, mutando. Y justo ahí, cuando ves que sus rostros están tomando la forma de Mickey y Minie Mouse, cierras los ojos, soplas hacia dentro y te dices a ti mismo: Estebancoestáocupadoporunpadreyunhijoelpadresellamajuanyelhijoyatelohedicho.

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