viernes, 25 de enero de 2013

Tú y tu automatismo


Recuperar el lúcido automatismo, recuperar el sentido de lo inevitable... Asumir que nadie está a salvo y que por las calles siguen caminando los brutos y los piadosos. Asumir que día tras día pierdes aliento y olvidas que respirando eres. Me encontré en 1954 con una mujer calva muy atractiva llamada Larshä, ella cruzaba un puente y yo nadaba justo por debajo. (Jamás continuará)

martes, 22 de enero de 2013

A tientas


Averigüar de casualidad hechos pasados que dan una nueva y honesta perspectiva a lo sucedido... descubrir por ejemplo que tus amigos se practicaban felaciones dulcemente, o por ejemplo que Petra estaba enamorada del lunar que tienes junto a la boca, o que tu padre se fue un día a Rio de Janeiro con una amante a despilfarrar el dinero robado de su empresa.

Habitualmente todo está velado. Las miradas siempre parcialmente claras... quizás en un futuro remoto, cuando ya no sea necesario, descubramos todas las motivaciones pasadas. Mientras tanto así nos quedamos: en la insensatez de la inopia.

lunes, 21 de enero de 2013

Teatro del Ego



Día a día, noche a noche, llevamos a la sombra con nosotros, la sombra que hace todo lo posible por relucir. Acude dónde haga falta para poder exhibirse, pronunciarse. No sólo en los sueños, si no también en los bares, las reuniones, con la familia comiendo paella, con los amigos, con los amantes... Si niegas a la sombra, ésta batallará hasta que no sepas dónde andas, qué comes, qué bebes, qué persigues, con quién has pasado toda una vida.

El teatro es un territorio apestado de proyecciones, isla en penumbra. Quién busque verdad que la encuentre en la conmoción, en la cresta del bello, en la crisis, en la garganta contraída, en la convulsión, en la liturgia, en el duelo, en la catarsis...

Nadie lloró la muerte del teatro porque también fue una simulación.

viernes, 4 de enero de 2013

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Bajo todo guiño un desafío... la apariencia de transparencia y la seducción del desfallecimiento.
Dejar que la indiferencia premeditada derive en la seducción más artificiosa... cuando la inocencia ya no es posible y uno se expone desesperadamente a la mínima sutilidad.
Como dos cerezas pendiendo de una oreja o la formulación de un teorema crepuscular.